Tenía apenas doce años,
de noche con luna llena,
salí a cortar el bambú
para hacer una cometa.
Con cañas, papel y cuerda,
destreza y mucha paciencia,
fui diseñando una estrella
que más tarde fue cometa.
Le dibujé un corazón
que traspasaba una flecha,
un te quiero desde el aire
a mi pequeña princesa.
Con los primeros nordestes
que soplaban por San Juan,
a los albures del viento
la fui tentando a volar.
Alza el vuelo muy despacio,
amagando con bajar,
halo diez brazas de cuerda
y suelto otras veinte más.
Quiere subir pero baja,
tengo que saber templar,
conciliarla con las nubes
hasta que aprenda a volar.
Va descifrando los vientos,
y se eleva sin cesar
cuando ya no queda cuerda
me pide que suelte más.
La retengo unos instantes,
la suelto ¡Sabe volar!
Va en busca de la princesa
¡Cuánto tiempo quedó atrás!
galgo
mayo - 2011