¡Cuánto daría yo!
por descubrir la luz de tu mirada,
zahorí de mil fortunas escondidas,
en mis sueños de lunas trasnochadas.
¡Cuánto daría yo!
por volar sobre tus amaneceres,
a las costas lejanas de tus cielos,
y posarme pleno en tus desnudeces.
¡Cuánto daría yo!
por andar descalzo sobre la hierba
fresca, ajeno a semáforos y ruidos,
junto al cercano abrazo de tu ausencia.
¡Cuánto daría yo!
por llevarme a cuestas las borrascas,
auparlas a las cimas de los montes,
y saciar la sed de ríos y fontanas.
¡Cuánto daría yo!
por descifrar la memoria de mi llanto
consternado, cuando me duele el mundo
envanecido, falaz y desolado.
Galgo
mayo - 2011